Soy inglesa… ¿hablamos en tu idioma?

Tener el inglés como lengua materna conlleva que sus hablantes puedan comunicarse con el mundo sin realizar ningún esfuerzo adicional, pues no tienen que estudiarlo. ¿Pero es este hecho una ventaja o una limitación a la hora de aprender otros idiomas? Descúbrelo gracias al testimonio de dos estudiantes inglesas en Barcelona.

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Estás en Noruega, Italia o Portugal. Entras en una tienda y quieres preguntar por el precio de algo, pero no sabes el idioma del lugar. ¿Qué hacer entonces? Sin duda el inglés es el idioma global que la gente utiliza para comunicarse con el mundo, y las personas que nacen en un país anglosajón juegan con la gran ventaja de no tener que estudiarlo… ¿o quizás la desventaja? Emma Staples y Dymphna Murphy, dos estudiantes británicas de Erasmus en Barcelona, nos muestran cómo ser políglota es especialmente complicado cuando todos te hablan en tu lengua nativa.

“Al llegar a Barcelona me sorprendió comprobar cómo a pesar de estar en un país de habla hispánica todos los estudiantes de intercambio se comunicaban en inglés”, comenta Emma, que llegó a España en septiembre del año pasado. “En un principio me esforcé por practicar el castellano pero finalmente cedí y acabé hablando inglés con el resto”. Esta situación es con la que se encuentran muchos británicos y norteamericanos al viajar al extranjero. “Al principio me agradó entender a todo el mundo, pero reconozco que esa no fue la mejor manera de sumergirme en el idioma”, puntualiza Dymphna.

España es una de las destinaciones Erasmus más demandadas según los últimos datos de la Comisión Europea, correspondientes al período 2011-2012. Dentro del ranking de las 100 instituciones de enseñanza superior que reciben más estudiantes de este tipo, las cuatro primeras posiciones las ocupan universidades españolas. En total, 39,300 personas realizaron una estada en este país entonces. Y todo esto contando solo los que hicieron un intercambio para continuar sus estudios, sin tener en cuenta el movimiento de personal de los centros docentes o los Erasmus en prácticas. De estas personas, 2,688 provinieron del Reino Unido, siendo la cuarta nacionalidad más grande de estudiantes en España, justo detrás de Italia, Francia y Alemania.

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A diferencia de Emma, que lleva 10 años aprendiendo español, Dymphna llegó a Barcelona un mes antes de empezar las clases con el objetivo de hacer un intensivo en el idioma que le permitiese equipararse con el resto de alumnos. “Nunca antes había estudiado una lengua extranjera y fui ingenua al pensar que en dos semanas ya sabría la gramática básica que me permitiría expresarme de manera relativamente cómoda con el resto”, confiesa.

Se dice que el español no es una lengua difícil de aprender, pues las palabras se suelen pronunciar tal y como están escritas y el orden gramatical de sus frases es bastante flexible. No obstante, Dymphna explica como “me costó acostumbrarme al ritmo en el que hablaban las personas, sus expresiones coloquiales y algunos dialectos”, mientras Emma admite que “llené toda mi habitación de pósits con los verbos irregulares, fue uno de los aspectos lingüísticos que más me costó memorizar”.

En Inglaterra aprender lenguas extranjeras es un factor que no se potencia tanto en las escuelas como estudiar ciencias. Muchos alumnos no lo consideran una asignatura troncal de tanta relevancia como las matemáticas, por ejemplo. En el caso de Emma, su instituto ofrecía francés, alemán y español para iniciarse a los 11 años, y a los 14 los alumnos podían decidir si querían proseguir con ello o abandonarlo: “fue entonces cuando me di cuenta que quería aprender castellano más allá de la enseñanza obligatoria, y me decanté por estudiar Español e Historia en la Universidad de Liverpool”.

No obstante, a nivel universitario estas diferencias lingüísticas entre países disminuyen. De hecho, dentro de Europa y tras 26 años de intercambio de estudiantes, actualmente ya se ha alcanzado la cifra de 3 millones de personas realizando una estada Erasmus en el extranjero. Además, para este próximo período 2014-2020 la Comisión Europea tiene previsto llevar a cabo el conocido como Erasmus+, que pretende mejorar las relaciones interinstitucionales para realizar estos intercambios.

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Pero más allá de las cuestiones lingüísticas básicas y burocráticas, estas estudiantes han afrontado un doble reto intelectual al venir a Barcelona, pues el catalán es la lengua propia de Cataluña y la mayor parte de la población lo habla. Ambas se iniciaron en este idioma con mucho optimismo, pero no todo fue tal y como desearon. “Cuando empecé también a estudiar catalán en la universidad me di cuenta que no podía mantener el ritmo. Fue duro. En clase de castellano me salían palabras en catalán y viceversa. El profesor me llamaba la atención pero yo no me daba cuenta de que mezclaba los idiomas, para mi todo eran palabras nuevas”, explica Dymphna, algo resignada. Por su parte, a Emma le costó menos aprender catalán porque ya tenía una base asentada de castellano. Aunque su objetivo era continuar estudiándolo una vez su español fuera realmente avanzado, ya sabe construir estructuras básicas en ambos idiomas. “Si viviese aquí de forma permanente pensaría seriamente el aprenderlo, pero de momento ya estoy contenta con el nivel que he alcanzado”.

Este esfuerzo por progresar en ambas lenguas es especialmente destacable. Y es que, por ejemplo, un problema curioso que la gente de habla inglesa ha de afrontar al aprender idiomas es el de ir al cine y, a pesar que las películas están dobladas en la lengua del país en el que se encuentran, la boca de los actores se mueve de forma diferente y en ocasiones entendible para ellos, hecho que les distrae. “Además, siempre resulta más difícil encontrar amistades nativas que no extranjeras como tu, y eso es una pena, lo encuentro otra adversidad. Por suerte mi universidad ofrece una bolsa de intercambio lingüístico que nos ayudó a entablar amistad con estudiantes de este país”, explica Emma, que decidió venir a Barcelona a pesar que el resto de sus amigos se decantaron por Alcalá de Henares, para así abrirse a un nuevo círculo de personas y ser más independiente. “A veces los ingleses no se esfuerzan por aprender otros idiomas por arrogancia. Quiero decir, algunos británicos creen que todo el mundo habla inglés, así que no necesitan saber otras lenguas. Pero ese no es un motivo para pensar que todos somos iguales”, remarca. Sin duda, Dymphna y Emma son un buen ejemplo de cómo a pesar de las adversidades, la fuerza de voluntad es el mayor incentivo a la hora de hablar otro idioma.

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Autor

Miriam Vázquez

(España)

Estudia / Trabaja: Periodismo y Ciencias Políticas y de la Administración

Habla: español, catalán, inglés, algo de francés y alemán

Europa es… un lugar único donde convive gente de diferentes culturas, idiomas y puntos de vista

Twitter: @mirabroad

Author: Anja

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