La reconciliación es el primer paso para identificarse con Europa

Un ejemplo de la historia germano-checa muestra lo difícil que es todavía producir una narrativa colectiva para la cultura conmemorativa europea.

Por Hannah Illing / 5.7.2017

¿Cómo puede Europa “acercar de nuevo a sus ciudadanos”? En la actualidad, esta pregunta se realiza con tanta frecuencia, ya sea por las instituciones europeas, el gobierno federal alemán o los intelectuales europeos, que casi parece algo trillada. Al menos desde Pulse of Europe está claro que los ciudadanos europeos se pueden identificar perfectamente con la Unión Europea, y que para esta identificación no hacen falta debates de élites en salas de conferencias en Bruselas.

A la hora de identificarse con Europa, la Segunda Guerra Mundial se cita a menudo como el “mito fundador”, representando a Europa como un proyecto de paz. Lo complicado es que la Segunda Guerra Mundial tiene asociaciones diferentes en varios países europeos. La población checa sufrió la brutal tiranía nazi: el llamado “Protectorado de Bohemia y Moravia” se caracterizó por el secuestro, los trabajaos forzados y el asesinato de ciudadanos checos. En 1942, tras el asesinato del “Reich protector”, Reinhard Heydrich, a manos de la resistencia checa, llegaron terribles represalias. Así, los nazis destruyeron, entre otras cosas, los pueblos de Lidice y Ležáky, siendo casi todos sus habitantes asesinados (incluyendo niños y jóvenes). De repente, tras la Segunda Guerra Mundial, la población alemana de Checoslovaquia, los alemanes de los Sudetes, se vieron en el papel de víctimas. La mayoría- unos tres millones de personas- tuvieron que abandonar su tierra, y la expulsión incluyó unas cuantas masacres. El catalizador fue el llamado Decreto Beneš, que ordenaba la expatriación y expropiación de los alemanes de los Sudetes.

Sin lugar a dudas, la expulsión de los alemanes de los Sudetes parece casi inocua en comparación con la ocupación alemana y las atrocidades nazis. Pero si hay sacrificio incluso del lado del responsable, el que haya una cultura conmemorativa europea común será mucho más complicado. ¿Puede crearse una narrativa común de la historia europea sin reconciliación? ¿Desaparece el sufrimiento con el tiempo? ¿Se vuelve irrelevante para los descendientes de los responsables y de las víctimas?

Una obra de la escultora Josefína Jonášová fue expuesta en el concierto de la reconciliación organizado por la iniciativa ciudadana “Smíření (Reconciliación) 2016” en Praga el pasado otoño- una paloma de la paz. © Smíření 2016

En una reunión de los Jóvenes Europeos Federalistas (JEF) en Praga hace unas semanas, una política de Praga, Vladka Jelinková, presentó su iniciativa “Smíření (Reconciliación) 2016”, un buen ejemplo de proyecto europeo transfronterizo que contribuye al proceso de aceptación del desplazamiento de los alemanes de los Sudetes. La precursora Jelinkovà estudió con la beca Erasmus en Dresden, donde habló por primera vez con expatriados alemanes. Desde entonces, ha mantenido el deseo de querer contribuir a la reconciliación con los alemanes de los Sudetes. En noviembre de 2016, su iniciativa invitó a más de 90 alemanes a Praga- los expatriados y sus descendientes. Entre otras cosas un “concierto de reconciliación” tuvo lugar en una iglesia de Praga en el mismo distrito en el que, antes de 1945, vivía la mayoría de la población alemana de Praga. En la República Checa, desde la Revolución de Terciopelo, se han llevado a cabo reiteradamente proyectos de la sociedad civil para afrontar la expulsión, que no son apoyados por la mayoría de los políticos. El Presidente checo, Miloš Zeman, utiliza con regularidad el resentimiento que persiste en la sociedad checa contra los alemanes de los Sudetes para conseguir votos.

En la reunión con JEF Praga, sin embargo, quedó claro lo importante que sigue siendo el reino de violencia nazi en el “Protectorado de Bohemia y Moravia” para los jóvenes checos. Originalmente, se iba a discutir sobre la expulsión de los alemanes de los Sudetes en la República Checa. Al final, sin embargo, se acabó hablando de la culpa de los alemanes y de las tendencias cada vez más visibles hacia el extremismo de derechas en algunas partes de Alemania.

Para la cultura conmemorativa europea, proyectos como “Smíření (Reconciliación) 2016” son muy importantes porque los ciudadanos pueden hablar juntos de sus recuerdos o de las experiencias de sus padres y abuelos durante la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que esta memoria tenga distintas formas pierde entonces su significado: juntos, se puede construir una nueva narrativa, que incluya diferentes perspectivas. He escuchado a menudo a funcionarios de Bruselas decir que la narrativa de Europa como proyecto de paz ya no atrae a los jóvenes. Sin embargo, creo que la Segunda Guerra Mundial sigue siendo una cuestión importante en los nuevos Estados miembro y que puede servir para fortalecer la identificación con el ideal europeo. Los proyectos de la sociedad civil son un primer paso y todavía pueden construir puentes después de 70 años.

Este artículo fue publicado originalmente por elnuevofederalista.es, la revista de los Jóvenes Europeos Federalistas. Su contenido también se publica en francés, inglés, alemán e italiano.

Autora

Hannah Illing (Alemania)

Autora y editora en nuestro media partner Treffpunkteuropa.de y activa en JEF Munich, JEF Passau y JEF Prague.

Traductora

Soledad Román Pérez-Moreira

Estudia/Trabaja: Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración

Habla: Español, inglés, francés, alemán, algo de italiano

Europa es…un sueño multicultural por cumplir.

Twitter: @dadelosnamor

Blog: http://sromper.blogspot.de

Revisora

Miriam Vázquez (España)

Estudia / Trabaja: Periodismo y Ciencias Políticas y de la Administración

Habla: español, catalán, inglés, algo de francés y alemán

Europa es… un lugar único donde convive gente de diferentes culturas, idiomas y puntos de vista.

Twitter: @mirabroad

Author: Anja

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