En junio de 2016, el New York Times publicó un artículo sobre un posible escenario pos-Brexit en que el papel de “City” – es decir de capital financiera y centro de oportunidades, ya sea de empleo o de formación – se desplazaría de Londres a otra ciudad.
Entre las propuestas europeas analizadas y cotizadas según el Global Financial Centers Index, una clasificación que mide el nivel de atracciones de las plazas del continente más ajetreadas, la que ha obtenido mayor puntuación es Amsterdam. Hoy en día, con la Brexit en marcha, la conversión de Amsterdam en “Nueva Londres” se vuelve cada día más real. Pero, ¿cómo se produce esta transformación? ¿Y cuáles son sus ventajas y desventajas?
Por Elena Noventa / 19.09.2019
Lo que tienen en común Amsterdam y Londres es ante todo el idioma: en los Países Bajos el 90% de la población sabe hablar perfectamente inglés, y hasta la oferta formativa en las escuelas y en las universidades apunta a la internacionalización, igual que en el Reino Unido. Eso es lo que hace de esta ciudad un destino muy llamativo, no solo para las grandes empresas, sino también para los estudiantes, los investigadores y los profesores de todo rincón del mundo. Por eso, Amsterdam es una de las ciudades más vanguardistas en el campo de la investigación y de la innovación, sobre todo digital y tecnológica. Además, las universidades neerlandesas por sus costes son incluso más accesibles que las prestigiosas universidades del Reino Unido y, aún así, siguen garantizando una formación adecuada.
Amsterdam puede considerarse un hito para el comercio internacional gracias a su aeropuerto, uno de los más importantes de Europa, sus infraestructuras portuarias y el mar; además, se ve muy bien conectada por sus ferrocarriles de alta velocidad que permiten alcanzar centros como Bruselas o París en muy poco tiempo. También cabe mencionar la cercanía entre Amsterdam y Londres que permite a las empresas holandesas comunicarse de forma eficaz con el Reino Unido. Gracias a los beneficios conseguidos por su sistema fiscal, desde hace unos cuantos años Holanda se ha convertido en una de las sedes de gigantes como Google, FCA, eBay y Uber. Sin embargo, ha sido a partir de mediados de 2018 que, al ver Brexit cada vez más concreta, empresas como Panasonic, Sony y EMA (European Medicines Agency) se han mudado de Londres a Amsterdam, la cual ha oficializado su papel de heredera de la City.
Amsterdam también figura entre las ciudades más preciosos de Europa: su arquitectura pintoresca, sus canales, su equilibrio entre lo nuevo y lo histórico, su cultura, su arte, su movida y su estética nórdica, todo eso contribuye a crear un entorno y una atmósfera únicos, que desde siempre hacen que la ciudad sea uno de los destinos más escogidos por los turistas.
Pese a ello, permanecen unas diferencias innegables entre los dos centros, y algunas dificultades van surgiendo poco a poco. Amsterdam es de tamaño diminuto, mucho más que Londres (como las demás ciudades europeas), por eso las rentas de alquiler se ven tan afectadas, subiendo hasta un 60% en los últimos cinco años. Eso se ha traducido en escasez de alojamientos, lo que ha obligado la administración a dejar el llamado buy-to-let (“comprar para vender”). En general, se ha registrado un considerable aumento del coste de la vida, sobretodo en los entornos medios-altos. Este fenómeno es típico de las “capitales financieras” como Londres, que suelen presentar un estilo de vida más apto para los privilegiados, dando a luz un contexto social bipartito, con diferencias escalofriantes entre ricos y pobres. El riesgo más grande es que todo eso podría llevar la diminuta capital holandesa a una época donde no habrá espacio vital ni posibilidades para los “no ricos”. Aunque sea tangible y posible un destino como este para Amsterdam, la mayor diferencia que hay entre las dos ciudades atañe el mundo cultural y político: tradicionalmente, Amsterdam es una ciudad muy sensible a las desigualdades, de hecho su índice de pobreza es de los que más se han reducido en Europa y en el mundo. En los Países Bajos, el gobierno puede valorar una intensa colaboración entre partidos distintos, algo que por ejemplo no pasa en el Reino Unido, y en consecuencia muchas son las fuerzas que pueden influir en las decisiones políticas, y eso ha conllevado un camino hacia una sola dirección por parte del gobierno. Este modus vivendi parece un escollo para el desarrollo de una joven capital financiera, pero puede que se revele un punto de inflexión en la concepción que tenemos de ella.
En fin, el proceso de transformación de Amsterdam en “Nueva Londres” ya no tiene marcha atrás.
¿Quieres disfrutar de Amsterdam? A qué esperas, ¡coge el avión!
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