Romaníes del Este de Europa: Entre la Tierra Natal de los Balcanes y la Promesa Occidental

Desde la expansión de la UE en 2007 miles de gitanos romaníes han venido a Alemania. ¿Qué pasará con una minoría que no es bienvenida en ningún sitio?

Aproximadamente once millones de romaníes están actualmente en Europa, y uno de cada cuatro europeos preferirían no tener nada que ver con ellos. su reputación es excepcionalmente mala; así mismo casi nadie más ha conseguido disparar la imaginación de los ciudadanos tanto como los «salvajes gitanos». Desde 2007 miles de romaníes de Europa del Este han estado huyendo de los guetos de los Balcanes y yendo a Alemania. ¿Qué pasará con ellos?

La mujer con la blusa blanca es solo un pie de página. Alicia la menciona un una frase a medias; baja la voz «¿Ves a esa mujer allí? Quería comprar ropa para mi hija. No me vende nada.   Me insulta y me ahuyenta.»  En el Dortmund Nordmarkt el sol está iluminando los puestos y  pañuelos para la cabeza, el barullo y los niños correteando. Alicia está de pie en el  patio de recreo con su cuñada y los niños. Son romaníes y lo aparentan; faldas coloridas, pañuelos para la cabeza y dientes de oro. si quieren ir de compras es un problema.

La mujer  con la blusa blanca no es el comienzo de esta historia. Esta mujer también tiene una historia que puede ser explicada en pocas palabras: «Los romaníes le robaron», como dice Alicia. Esta es un cuestión que sale a relucir rápidamente. Por esto, y porque la mujer quiere proteger su puesto en el mercado y también  porque no está claro a quién culpar por la situación, la hija de Alicia debe buscar en otro lugar. Alicia no se pregunta si la mujer se negaría a atender a alemanes si los ladrones hubieran sido alemanes. Especialmente no en Dortmund, ciudad donde la discusión sobre los romaníes es más explosiva que en cualquier otro lugar de Alemania.

Los cimientos de esto se fijaron en enero de 2007, cuando  la UE se expandió y Rumanía y Bulgaria se convirtieron en nuevos miembros, dando a sus ciudadanos el derecho de circular libremente por la UE. En 2006 había unos 500 rumanos y búlgaros registrados en Dortmund, este número se triplicó en 2007, a 1,600. En 2013 la estadística oficial era de aproximadamente 3,200; la estadística real probablemente  es mucho más alta. La pregunta de  «porqué Dortmund» es un misterio para los expertos.  «Los inmigrante ses se agrupan en muy pocas ciudades en un corto periodo de tiempo» dice Michael Schaefer de la Asociación Nacional Sinti y Romaní Alemana del estado de Renania del Norte-Westfalia. «Las municipalidades individuales como Dortmund y Duisburg ya se ven abrumados por sus difíciles situaciones económicas.»

Dortmund es débil económicamente, tiene un desempleo alto y una fuerte corriente de derechas. Esto, junto con los romaníes vulnerables, empobrecidos y a menudo analfabetos que vienen de los Balcanes hace una combinación miserable. La reputación que acarrea su etnicidad no mejora las cosas. Nadie espera que su tierra natal les apoye: la gente de allí se alegra de que se hayan ido.

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Incluso las romaníes Alicia y Rosa vinieron con sus familias, pero no de los Balcanes.  Vinieron desde España, abatida por la crisis. «Nos dijeron que todo sería genial aquí» recuerda Alicia.  « Un país seguro, buen trabajo.» El viaje terminó en una de las casas romaníes dilapidadas en el ‘área problemática’ en el norte de la ciudad. Alicia solo sale de casa cuando va de compras. ¿Qué tal una entrevista? «Somos gente pobre, tengo cuatro hijos» dice Rosa «¿Cuánto me pagarás por ella?» Entonces se ríe: «No, era solo una broma, claro que podemos hacer una entrevista»  Las dos disfrutan de la entrevista; como ninguna de las dos puede hablar alemán no pueden tener una conversación con nadie.

Alicia y Rosa son  realmente romaníes, al contrario que muchos otros inmigrantes. De hecho, lo más comentado entre los inmigrantes romaníes es que muchos de los recién llegados no son en absoluto romaníes. Frank Merkel de la Agencia de Integración de Cáritas estima que el 50 por ciento son romaníes. El resto son simplemente rumanos y búlgaros. Legalmente no hay ninguna diferencia, pero desde un punto de vista societal hay una gran diferencia, según Frank Merkel. «En el momento en el que son percibidos como romaníes, incluso si no los son, hay prejuicios enormes que son completamente aceptables socialmente. En sus países de origen, los prejuicios son mucho más fuertes.»

Incluso hoy en día, en una Europa supuestamente políticamente correcta y progresista, la hostilidad contra los gitanos difiere de la dirigida a otros grupos raciales, y la mayoría de las veces no es tomada en serio. Estos clichés apenas están basados en experiencias personales. En la mayoría de los países europeos son una minoría que está desapareciendo y con la que la mayoría de la gente no tiene nada que ver. ¿Son de verdad más criminales, más inmorales y menos fáciles de integrar que otras personas?

Sobre todo los romaníes son difíciles de definir. Son diferentes a la mayoría de la etnicidades ya que el término ‘romaní’ abarca innumerables subgrupos diferentes que siguen tradiciones vastamente diferentes en diferentes países. Además, por el miedo del prejuicio, no se identifican como tal. Algunos gitanos, como los sintis alemanes, han vivido en el mismo área durante más de 600 años. Han sido ciudadanos alemanes durante generaciones y no se difieren sustancialmente de otros alemanes. Otros, como los romaníes de Europa del Este fueron esclavos hasta 1800 y hoy viven principalmente en guetos en los Balcanes. Lo único que tienen en común es su historia. A lo mejor no es lo suficientemente exótica, a lo mejor demasiada culpa está contenida dentro de esta historia a explicar. La historia es sobre granjeros de La India.

En el noreste de La India de hoy en día yacen las raíces de los romaníes, que anteriormente fueron campesinos como muchos otros- hasta el año 1000 AC cuando fueron esclavizados. A lo largo de Asia, de un lugar a otro, fueron encarcelados; todo derecho a su tierra natal ha expirado desde entonces. Finalmente, algunos consiguieron escapar, y se movieron con dificultad  a través de los Balcanes hasta Europa occidental. Este fue el comienzo del malentendido: como nadie conocía su historia y la razón del desalojo, fueron considerados vagabundos, hermanos del diablo, espías turcos y más. No pasó mucho tiempo hasta que las primeras persecuciones empezaron.

En los siglos siguientes, fuertes leyes anti romaníes se introdujeron en casi todas parte. Las leyes más duras eran las que decían que los romaníes no tenían permitido asentarse en ciudades y tampoco tenían permitido llevar a cabo negocios u oficios. Esto forma la raíz de las profesiones estereotipadas  de los romaníes como artistas, músicos y adivinos. La prohibición causó pobreza, la pobreza causó criminalidad, y la criminalidad enfureció a los ciudadanos y dió lugar a más rechazo. Un círculo vicioso que tuvo clímax con la ejecución de entre 500,000 y 1.5 millones de personas durante la era Nazi. Aún así, esto es solo una anotación en la mayoría  de los libros sobre el holocausto.

Los mil años siendo la parte inferior de la sociedad ha dejado huella. La situación en los Balcanes es especialmente delicada, la mayoría ha caído en una grave pobreza después de la caída del comunismo, y el nacionalismo se genera en áreas de etnias diferentes. Nadie quiere que su país sea considerado un país gitano. «En este momento es más duro para los romaníes en Hungría,» dice Frank Merkel de Cáritas «Tampoco es fácil en Bulgaria y Rumanía.» Muchos van a Europa oriental, como Dortmund por ejemplo.

El día de negocios ha llegado a su fin en el Nordmarkt. Rosa y Alicia están sentadas bajo la sombra en el patio; el sol calienta la calzada. Mientras Rosa mantiene a los niños ocupados, Alicia cuenta su historia.

La infancia de Alicia fue corta: se casó ilegalmente a los 13, años, como muchas chicas romaníes rumanas. Cuando el matrimonio se hizo legalmente aceptado, emigró a Málaga en España con su marido, eso fue hace 13 años. Su cuñada Rosa y su marido ya estaban allí. España fue el punto de partida de su viaje, y se convirtió en su hogar; el cual, piensan, fue también su primer hogar. «Echo de menos España,» dice Alicia.  «La gente es tan cálida y abierta, fueron mucho menos sentenciosos. Aquellos fueron buenos tiempos.» Tenía un buen trabajo en un centro infantil y como una intérprete formada («Sobre todo en la comisaría,» dice con una media sonrisa.) A Alicia le encantan los idiomas.

No entiende por qué le resulta tan difícil el alemán. Los niños intentan explicárselo, pero el idioma simplemente no se queda en su cabeza. Las lenguas romances le resultan más fáciles; español obviamente y también portugués o italiano. Quiere ver el mundo; mientras Rosa se quedaba en Málaga, Alicia se fue con su marido a Sudamérica- a Brasil, Argentina y Bolivia. Vendió golosinas en el tren y su marido vendió coco en el borde de la carretera- ese fue un tiempo feliz. Volvió solo una vez a Rumanía, para conseguir pasaportes rumanos para sus hijos que nacieron en Sudamérica. Rosa nunca volvió. Su origen sólo se convierte en importante mucho después: en 2007 con la expansión de la UE.

¿Qué ha traído esta expansión? ¿Ha abierto nuevas oportunidades a los romaníes de Europa del Este? ¿O sólo ha reafirmado la postura anti romaní de los países balcánicos? «Los países fueron aceptados demasiado rápido» cree Michael Schaefer de la Asociación Nacional de Sintis y Romaníes Alemanes. «La UE ha perdido la oportunidad de impulsar una mejor integración de las minorías.» Ahora debe atenerse a las consecuencias.

También hay una falta de acuerdo respecto a la acción necesaria que hay que llevar a cabo: ¿es el apoyo del gobierno de los Balcanes la solución, o es más importante la integración en las tierras recién inmigradas? Incluso en un nuevo país, muchos de los romaníes no pueden escapar de la pobreza de la que huyeron en su tierra natal. «Huyen de circunstancias difíciles, sólo para permanecer en ellas.» dice Frank Merkel de Cáritas. Hoy en día, se cree que sólo un 13 por ciento de los inmigrantes en Alemania tienen empleo.

No tienen un empleo regular- porque se les niega. Según las directivas de libertad de movimiento de la UE, hasta 2014 la población que viaja solo puede trabajar de forma autónoma, una condición condenante en tierra extranjera. Muchos de esos en necesidad salen del apuro trabajando de forma ilegal, o hacen lo que muchos esperan que hagan «La gente siempre dice: los gitanos sois todos unos ladrones,» dice Alicia. «Por supuesto que hay gente que roba. No tienen elección. Yo también lo haría, para dar de comer a mis hijos. Son más importantes para mi que Alemania.» Son comentarios como este que encienden las conversaciones en el pub.

Alicia tiene suerte; su marido ha encontrado trabajo en la construcción. Ella misma fue al centro de empleo hace un tiempo. Ha estudiado para ser profesora de guardería y quería saber si podría hacer algo con eso. Solicitud denegada. Solo en 2014 podrán los nómadas romaníes ser capaces de conseguir un trabajo fijo. Su cuñada Rosa se muestra escéptica:  «Nos dijeron lo mismo hace tres años. Tampoco conseguimos el permiso en su momento»

Mientras tanto todos los interesados están lidiando con una situación que es inaceptable para todo el mundo. Según el periódico FAZ, solamente la asistencia de integración cuesta a la ciudad de Dortmund unos 1.1 millones de euros por cada 100 casos. «Las autoridades no tienen a nadie que les ayude con estos costes,» se queja Frank Merkel. Toda ayuda es de los proyectos locales- como un nuevo proyecto IRON fundado por la comunidad Dortmund Planerladen y organizaciones constructoras.

Gamze Caliskan sabe lo que es ser extranjero. Sus ascendientes turcos se mudaron al distrito de Ruhr en los setenta, es cierto que no eran del gueto y no eran analfabetos, pero Caliskan dice que sabe cómo se sienten. La inseguridad y la discriminación, en particular. Ahora ayuda a aquellos en situaciones parecidas: como la líder del proyecto ‘integración romaní en el norte de Dortmund’, conocido como IRON debido a su acrónimo alemán, establecido en octubre de 2012.

Esta organización de la comunidad está bien situada en el centro del norte de Dortmund, junto a tiendas de Kebab y cibercafés y no lejos de la notoria parte de distritos de casas derruidas. A pesar de esto, contactar con los romaníes no es tarea fácil: «Muchos han tenido malas experiencias con las autoridades,» explica Caliskan. «Los rumanos, especialmente, tienen miedo. La primera pregunta que mucho de ellos hacen es si somos del servicio de menores.» Para ganar su confianza, el IRON entra en los cibercafés de alrededor del Nordmarkt, hablan con los hombres allí, les invitan a una tarde de cine, por ejemplo. Haciendo, estima Caliskan, habrán contactado con entre 150 y 200 romaníes.

La lista de desafíos es larga: «Los inmigrantes tienen lagunas en todas las áreas,» según los trabajadores sociales.  «Educación, conocimiento, idioma, problemas financieros.» El IRON ayuda a la mayoría de los inmigrantes a visitar las oficinas del gobierno o a las citas médicas. La mayoría que no tienen seguro de vida, y son rechazados de las cirugías de un médico. Y luego están las casa, raramente habitable: moho, sin agua caliente, cuartos enanos, con grandes familias viviendo unas encima de otras. «Para muchos, es el último recurso.»

Alicia y Rosa al principio tenían una de esas casas:  «Cuando llegamos, no había agua caliente, todo estaba sucio,» dice Alicia. «Los anteriores inquilinos tiraban la basura por la ventana, así que el patio estaba lleno de basura.» Las dos de ella buscaron aviso legal. Rápidamente se vio que el propietario estaba endeudado. Desde entonces, las autoridades han cuidado del edificio, hay agua caliente, y la basura no está. Rosa y Alicia están orgullosas de su logro

Pero a pesar de esto, no quieren quedarse permanentemente. No tanto por la pobreza, sino porque no se sienten cómodas aquí. Su hija mayor, de once años, sufre acoso escolar,  «Gitana, sucia gitana», son palabras que Alicia conoce en alemán. En casa, su hija le pide a su madre que no use ropa romaní, porque le avergüenza. Alicia se niega: la ropa es parte de su cultura. Tiene miedo de que sus hijos se olviden de algo que para ella es muy importante. En el colegio su hija suele sentarse sola, no juega, no habla, Alicia se siente indefensa: «¿Qué hago?» el colegio recomienda un psicólogo.

Hay estadísticas de inmigración- según la Oficina Federal de Estadística, 175,000 inmigrantes de Rumanía y Bulgaria vinieron a Alemania en 2012. Pero dentro de esta estadística hay otro número: 104,000 volvieron a sus países de origen ese mismo año, una estadística que raramente se oye en discusiones. Vende mejor hablar de la gran oleada de inmigrantes. Pero Rosa y Alicia no están solas en su deseo de irse. «Muchos vuelven» dice Gamze Caliskan. «La tasa de retorno es muy alta,» confirma Michael Schaefer. Normalmente viene, ven y continúan. Porque a diferencia de la mayoría de los emigrantes, para los romaníes este es un problema que han experimentado durantes mil años «A donde quiera que vayan, son una minoría» dice Caliskan.

Rosa y Alicia también quieren volver a los Balcanes. Volver a Rumanía «a nuestro país», dice Rosa. Lo que les espera allí, no lo saben. Pero al menos pueden intentarlo.

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Autor

Alina Schwermer (Alemania)

Estudia / Trabaja: Periodismo e Historia

Habla: alemán, inglés, francés, español, italiano, ruso, un poco de árabe y portugués

Europa es… un buen lugar en el que estar

Ilustraciones

Andreea Mironiuc (Rumania)

Ilustrador freelance, adicto al chocolate, soñador a tiempo completo.

Estudia: diseño multimedia y comunicaciones

Habla: rumano, inglés, español

Europa es… donde está mi corazón

Portfolio: www.andreeamironiuc.com

FB: www.facebook.com/andreeaillustration

Ana Rodríguez (España)

Estudia/Trabaja: Traducción e Interpretación de Inglés y Francés y Relaciones Internacionales

Habla: español, inglés, francés y algo de alemán

Europa es… libertad, amistad y cultura.

 

 

Author: Anja

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