Mis dos idiomas

A Eva siempre le ha gustado el francés. Por esta simple razón, decidió asistir a una escuela bilingüe en Eslovaquia. Este mismo motivo también le ha llevado actuamente a estudiar francés en la Universidad. Hace tan solo unos años, Eva no tenía ni idea de cuánto cambiaría su vida.

Hace seis años, cuando Eva Lietavová se preparaba para los exámenes de acceso a una escuela bilingüe, estaba eufórica. Cinco años más tarde se graduó, sintiendo que jamás querría volver allí. “Justo después de la graduación sentí, sobre todo, un gran alivio.” Eva recuerda sus tiempos de instituto. Ahora tiene veinte años, estudia en la universidad y, a pesar de todo, nunca le ha dado la espalda al francés.

20130930 Bilingual student 1 Eva Lietavová @Private

Todos los años cientos de estudiantes son aceptados en escuelas comprensivas bilingües en Eslovaquia. La educación en idiomas extranjeros atrae a adolescentes ambiciosos (y a sus padres) que ven una alternativa ‘mejor’ a las escuelas comprensivas estándares. El beneficio es obvio: competencias en una lengua extranjera a nivel de hablante nativo. Sin embargo, Eva sostiene que al estudiar en una escuela bilingüe no todo son beneficios. “Por el contrario, mucho de lo que la escuela me dio también se me arrebató.” Se refiere principalmente al hecho de que la mayoría de estas escuelas comprensivas están dirigidas a las ciencias naturales. “Me di cuenta en el segundo curso. La química y la física nunca fueron santo de mi devoción. Especialmente cuando se imparten en una lengua extranjera”, explica. Ella solía ser una excelente estudiante, con poca o ninguna necesidad de estudiar en casa, pero pronto se volvió una estudiante del montón y tuvo que invertir muchas horas repasando las materias.

Cuidad de vuestros libros de texto, el vocabulario vendrá después

Así es la vida en las escuelas comprensivas bilingües. Los estudiantes están en contacto con el idioma que deciden estudiar todos los días, así como con los profesores, que normalmente son hablantes nativos. De tal manera que cualquier estudiante eslovaco tiene la capacidad de aprender de la misma forma en que lo haría en Gran Bretaña, Alemania, España o Francia. “Teníamos un plan de estudios francés, algunos profesores franceses y por supuesto libros,” confirma Eva riendo. “Nuestro profesor de química nos recordaba siempre que cuidáramos de ellos, porque los franceses no nos mandarían otros nuevos.”

Experimentar una lengua extranjera diariamente afecta a las personas más de lo que puede parecer a primera vista. Un estudiante de una escuela comprensiva bilingüe vive en contacto directo con un contexto cultural diferente sin tener que viajar al extranjero. “Fue en algún punto del primer curso cuando me di cuenta por primera vez de que hablaba y pensaba en francés con fluidez.” Recuerda la primera excursión a ‘El Hexágono’, en Francia. Sin embargo, hablar fluidamente el lenguaje no lo es todo. “Incluso hoy en día podría tener problemas con una receta en francés. En el instituto no dedicamos mucho tiempo al vocabulario,” admite Eva. “No obstante, dedicamos mucho tiempo a las ciencias naturales,” dice. Así pues, ¿qué es lo que la escuela bilingüe le ha quitado? “Principalmente, tiempo. Todas esas horas dedicadas a biología o física, asignaturas a las que nunca volveré, que podría haber empleado en hacer algo más útil para mí. Pero teniendo que estudiar para aquellos exámenes, nunca había tiempo suficiente para nada más.”

Eva: “Nunca he querido marcharme a Francia”

Eva aclara hasta qué punto ha influido en ella la escuela bilingüe. “El hecho de que esté estudiando francés en la universidad no es casualidad. El tiempo que he pasado en la escuela comprensiva me ha afectado considerablemente. No quieres tirar cinco años de duro trabajo”. “Por otro lado, es difícil de creer, pero hubiera acabado haciendo algo muy similar aunque hubiera ido a una escuela normal.” Además de francés, Eva también estudia Teoría del teatro. “Idealmente, me gustaría conectar ambos temas de alguna manera. Si no, siempre puedo enseñar, porque realmente lo disfruto”. Eva sopesa su futuro, está pensando en aprender otro idioma pero, paradójicamente, no una lengua románica.

Explica por qué no fue a estudiar a Francia tras su graduación como algunos de sus compañeros. “Mi mirada está puesta en el norte, no estoy interesada en los países del sur en absoluto. En realidad, soy una persona más bien ‘eslava’,” revela, y añade que le gustaría estudiar ruso.

Es sobre todo la literatura francesa la que evoca recuerdos divertidos. “Estudiamos ‘El Rinoceronte’ de Ionesco [Eugène Ionesco, escritor en francés de origen rumano] en segundo curso. No había ningún tipo de antecedentes o contexto, tan sólo leíamos y comentábamos extractos del texto. Ese libro era una locura, ninguno de nosotros lo entendía,” se ríe y recuerda cómo ella y sus compañeros de clase se divertían “reproduciendo” escenas en las que los personajes se transformaban en rinocerontes. “He de decir que el libro es realmente bueno. He llegado a darme cuenta, pero definitivamente no ha sido gracias a las clases de literatura”. En su mayor parte, las clases estaban basadas en estudiar el discurso escrito y la argumentación sobre varios temas, no la literatura como tal. “Sólo se nos exigía leer un libro al año”.

Eva habla francés como si hubiera nacido en Francia, pero aún persisten algunos errores. “Cada vez que escribo ‘qu’est ce que c’est’, tengo que escribirlo primero y después verificar que está escrito correctamente. ¡Después de todos estos años! Y probablemente es algo que se enseña en la primera clase de francés”, admite con amargura fingida. “Por otro lado, prefiero leer a Kundera [Milan Kundera, escritor checo] en francés.” A pesar de los 5 años que pasó estudiando duramente y de las noches enteras leyendo libros de texto, a menudo enfadada o angustiada, Eva añade que puede que no fuera una mala decisión la solicitud que envió en 2007. “No puedo decir si hubiera hecho lo mismo sabiendo cómo funciona la escuela. Por lo menos lo hubiera pensado mas”, admite finalmente. Además de francés, se le ha enseñado otra cosa: a ser empática. “La solidaridad y simpatía que siento hacia las personas que fueron a una escuela compresiva bilingüe, fuera en francés, español o alemán, siempre estará ahí”, ríe Eva.

[crp]

Autor

Eva Lalkovičová (Eslovaquia)

Estudia / Trabaja: Audiovisuales y Periodismo / Lengua Española y Literatura

Habla: checo y eslovaco obviamente :), español, inglés, un poquito de catalán y francés

Europa es… el mejor lugar para nacer y vivir, una increíble mezcla de gente y culturas

Traductora

Leire Larrea (España)

Estudia/Trabaja: Administración de Empresas

Habla: español, vasco, inglés, algo de portugués e italiano

Europa es… ¡el lugar en donde estar!

Author: Anja

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