Cuatro visiones sobre una realidad: la homosexualidad en Rusia

Hemos hablado con Andrey Glushkó -quien se ha mudado a España para vivir en “libertad”-, su amiga Anastasiya Belickaya, la joven politóloga Nina Ivanova y el corresponsal en Moscú del diario español El Mundo, para descubrir por qué el 74 por ciento de los rusos no acepta socialmente la homosexualidad.

Rusia y España se encuentran en los extremos geográficos de Europa: norte-sur, este-oeste. Rusia comparte frontera con Asia, España con África. Una enorme separación geográfica que no ha evitado una fluida relación entre los dos países.

Sin embargo, a pesar de los puntos en común, entre ambos Estados se pueden encontrar grandes diferencias sociopolíticas, como la que sacó a relucir el centro Pew Research formulando una simple pregunta: “¿Debería la sociedad aceptar la homosexualidad?”. El 88 por ciento de los españoles contestaron que “sí” -la cifra más alta de todo el mundo-, el 74 por ciento de los rusos respondió que “no” -la cifra más baja de Europa-.

Los datos sugeridos por este estudio han tenido correspondencia a nivel legislativo en ambos países. En España las parejas homosexuales pueden casarse, en igualdad de condiciones y derechos, desde el año 2005. En Rusia, por su parte, no están legisladas las uniones entre parejas del mismo sexo ni existe ninguna ley, según informa la BBC, contra la discriminación en lo relativo a la orientación sexual.

Además, recientemente se ha aprobado en Rusia una ley de rango nacional que permite sancionar a quien difunda entre los menores “orientaciones sexuales no tradicionales” o “la idea de que las orientaciones sexuales tradicionales y no tradicionales tienen igual valor social”.

“Aunque la ley aparece enunciada como una herramienta para mantener el mensaje de los gais lejos de los niños, en la práctica supone que los homosexuales no podrán organizar actos ni protestas en público, ni tampoco utilizar los medios de comunicación…”. Así interpreta esta ley Xavier Colás, corresponsal de El Mundo en Moscú, al que hemos entrevistado para este reportaje.

Detrás de todas las encuestas y leyes hay personas y matices. En Meeting Halfway hemos querido elaborar una entrevista poliédrica con cuatro puntos de vista sobre un mismo asunto. Andrey Glushkó -dejó Rusia a causa de su homosexualidad-, Anastasiya Belickaya -“no creo que todos los gais son gais por naturaleza”-, la joven politóloga Nina Ivanova -“los gais jóvenes en Rusia tienen que esconder sus preferencias sexuales, de otra forma, podrían ser atacados por ‘hooligans'”- y el corresponsal en Moscú del diario español El Mundo, Xavier Colás -“existe una manía en Rusia de vincular a los gais con la pedofilia. Eso complica el debate”-.

Entrevista a Andrey Glushkó

Andrey Glushkó nació hace 26 años en Krasnodar, una ciudad de un millón de habitantes en el sur de Rusia, cerca del Cáucaso. Estudió Economía en Pyatigorsk y ha accedido a contarnos por qué decidió marcharse de su tierra para instalarse en Madrid.

¿Cómo era tu vida en Rusia?

Yo estaba encantado, me gusta la historia rusa, su cultura, su literatura, su pintura… El tema cultural de mi país me encanta, pero la vida no está muy bien, sobre todo para los homosexuales. Si eres gay y quieres llevar una vida normal, tranquila, y en el futuro quieres una familia, no tendrás nunca libertad, no tendrás nunca una vida tranquila, una vida básica, una vida más o menos normal.

¿Por qué te fuiste?

La cuestión está en que en Rusia va todo un poco más rápido y cuando tienes 22 años se supone que ya eres una persona mayor, estable y asentada, por lo que cuando llegas a esa edad, la gente te ve raro si no tienes mujer e hijos. Yo ya había llegado a mis 22 allí, había acabado la carrera, tenía trabajo y todo iba bien, hasta que me di cuenta de que a más no podría llegar. No podría tener una pareja o una familia, por lo que chocaban dos mundos, el laboral y el personal. Tenía que decidir si quería quedarme haciendo mi vida dentro de lo “normal”, o irme y buscarme la vida fuera desde cero. Y yo decidí mejor empezar desde cero porque… Allí no tenía nada. En mi entorno en Rusia ni se hablaba de la homosexualidad, yo he tenido un círculo pequeño de amigos gais pero era todo muy clandestino. Así que lo dejé todo, le dije a mi familia que me quería ir para estudiar fuera, esa fue la única razón que les dije a mis padres. Mi padre sigue pensando que yo estoy aquí por razones culturales, porque mis padres no saben que soy gay, y en principio no lo sabrán. Mi hermana lo sabe porque se lo dije hace un año.

¿Qué tal en España, estás a gusto?

Sí, yo estoy encantado, adoro España, es mi segundo país. Lo que pasa es que aquí es muy difícil sobrevivir solo, porque los españoles sois un poco… Sois abiertos pero no es tan fácil hacerse amigo de un español. Todos hablan y preguntan “qué tal y no sé qué y no sé cuántos”, pero luego todo el mundo pasa. Los españoles sois muy sociales hasta cierto punto, luego ya no sois tan sociales. Pero yo me siento muy cómodo en España, viviría aquí toda mi vida. He viajado mucho por Europa y es el país que más me gusta. Me siento mucho más protegido que cuando estaba en mi propio país.

¿Sentías que los datos de las encuestas, los que dicen que la mayoría de los rusos no son tolerantes con la homosexualidad, tenían su correspondencia en tu día a día?

Yo no vi casos de agresión en Rusia, porque en realidad era como si la homosexualidad no existiera. Ahora se habla más de ello con el nuevo gobierno de Putin. No sé por qué están tratando tanto este tema, quizá para desviar la atención de otros casos graves en la política. La cuestión es que ahora están hablando cada día de los gais y diciendo que la homosexualidad es mala, y al final la gente se lo acaba creyendo. De hecho, cuando se aprobó la ley contra la propaganda homosexual mi padre me llamó para decirme lo contento que se había puesto. Hay incluso un partido que abiertamente hace propaganda a favor de matar a los gais en la plaza Roja. Hay gente a la que se le va la olla un poquito…

En los tiempos de la URSS la homosexualidad estaba considerada como una enfermedad. ¿Se ha avanzado algo en estos años?

De hecho por aquel entonces te llevaban a la cárcel. En la actualidad lo más feo de todo es que lo están mezclando… Porque la ley que han aprobado hace poco también se llama “prohibición de la propaganda de la homosexualidad y la pedofilia”. Como si fuera una misma cosa. El problema es que en la lengua rusa, entre la palabra “marica” y “pedófilo” no hay mucha diferencia cuando las escuchas, así que mucha gente cree que lo normal es eso, que un pedófilo y un homosexual son lo mismo.

Esta ley, que prohíbe hacer propaganda de la homosexualidad, fue aprobada por casi todos los votos del parlamento, ¿no hay ningún partido que sea tolerante?

Hay algún círculo de políticos que son abiertamente gais y que luchan por nuestros derechos. De todas formas, todo este tema de que Rusia es un país democrático… No lo es, Rusia no es un país democrático, y nunca lo fue. No nos pega ser un país democrático, nos pega más ser otra vez una dictadura o algo así. Estamos volviendo atrás.

Las decisiones que está tomando Rusia en este campo están afectando a otros países. En España, por ejemplo, se han paralizado las adopciones de niños rusos hasta que las autoridades españolas puedan demostrar que esos niños no van a acabar con una persona homosexual.

En Rusia hay muchísimos niños que no tienen a nadie, muchísimos. Yo asistí a un colegio que también acogía a niños huérfanos o abandonados. He visto cómo es la vida allí, intentando sobrevivir. Por eso creo que siempre será mejor que ese niño tenga una madre o alguien que le cuide a tener que seguir en el horfanato, solo y en unas circunstancias tan malas. Pero lo que está haciendo el gobierno ruso es decir que los homosexuales no pueden ni tocar a los niños ni hablar con ellos porque se les va a pegar la enfermedad.

¿Por qué crees que está pasando esto en Rusia?

En primer lugar creo que es porque la religión ortodoxa es de las más estrictas que hay en este aspecto, es más estricta que el catolicismo. Lo segundo, creo que es por Stalin, porque fue el que sacó la primera ley contra la homosexualidad, y todavía hay mucha gente con la mentalidad comunista. Se van acumulando cosas.

En el caso de España, que haya un gran porcentaje de personas católicas no ha chocado con que también esté ampliamente aceptada la homosexualidad…

Pero aquí en España la gente homosexual no lo aprecia.

¿No aprecian la libertad que tienen?

No. Se han acostumbrado a vivir bien y tranquilos. Y yo también me acostumbré, pero cuando vienen algunos amigos míos a visitarme a Madrid, flipan. Vas por la calle y piensas “¿de verdad se puede llegar a un nivel tan extremo?”. A veces incluso aquí se exagera un poquito. Para mí lo importante es poder vivir tranquilo y en libertad.

Llegamos al final de la entrevista. La última pregunta es si quieres aparecer con tu nombre, o prefieres que escribamos un seudónimo.

Pon mi nombre, no hay nada que ocultar.

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Entrevista a Anastasiya Belickaya

Anastasiya Belickaya vive en San Petersburgo y es amiga íntima de Andrey Glushkó. Terminó su declaración vía email con una disculpa: “perdona si he herido los sentimientos de alguien”.

“Yo creo en el verdadero amor homosexual PERO en el mundo real, no creo que todos los gais son gais por naturaleza, algunos de ellos simplemente se dejan influir por las modas o las profesiones artísticas, o sencillamente están intentando algo nuevo. He conocido a este tipo de personas y no comparto su forma de vida. Por otro lado, todas las personas en el mundo son por naturaleza heterosexuales: yo, tú, todo el mundo. Pero todos estamos llenos de debilidades y deseos. Algunos hombres elegirán la forma tradicional de relaciones, otros -y quizá esto suene muy “religioso”- no podrán hacer frente a las confrontaciones internas que tenemos dentro y elegirán las relaciones homosexuales.

Es muy difícil para mí escribirte sobre este tema a ti, un hombre que vive en España, un país con una filosofía y una mentalidad completamente diferentes a las de Rusia. Nuestra percepción de este asunto está ligada a nuestra historia y la homosexualidad aquí no es la forma típica de relacionarse. Y no quiero que mis hijos, mi padre o mi abuela vean en la calle a gais acaramelados, quienes deberían ser por naturaleza el símbolo de la valentía, la seguridad, la fuerza.

En cuanto a las manifestaciones públicas, estoy en contra de los shows “pornográficos”, si los gais quieren vivir una vida normal, deberían dejar de imponer este tema a todo el mundo. Entiendo que esto es importante para proteger la forma de vida de los gais y comprendo que viven día a día bajo presión psicológica. Tengo muchos amigos gais y no hablo con ellos sobre homosexualidad, porque simplemente les trato como al resto de mis amigos, sin ningún tipo de distinción.”

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Entrevista a Nina Ivanova

Nina Ivanova -quien prefiere aparecer bajo seudónimo- tiene 23 años, ha estudiado Relaciones Internacionales y Estudios Regionales y actualmente vive en Ekaterimburgo, la capital del distrito federal de los Urales. Nos ha ofrecido su visión personal sobre la aprobación de la ley contra la propaganda a menores de las relaciones “no tradicionales”.

“Creo que las orientaciones sexuales son un asunto privado en la vida de las personas. Cada individuo debe decidir por sí mismo. Pero esta persona no debe hacer que otros elijan lo mismo -ser lesbiana o gay-. Por otro lado, la sociedad no debería presionar a los homosexuales a causa de su orientación. En Rusia la gente es normalmente muy conservadora a la hora de aceptar la homosexulialidad de los que viven a su alrededor. Los gais jóvenes tienen que esconder sus preferencias sexuales. De otra forma, podrían ser atacados por ‘hooligans’ o agredidos por la gente. Esto es triste.

Creo que la mayoría de mis amigos comparten mi opinión. Vivimos en una gran ciudad, viajamos mucho y entendemos que debemos ser tolerantes y respetuosos con los demás -sin importar su religión, edad, nacionalidad u orientación sexual-. Sin embargo, cuando los homosexuales demuestran sus sentimientos -besos íntimos o abrazos- en espacios muy muy abiertos, no me siento cómoda, porque eso forma parte de la vida privada.

Además, he escuchado la siguiente opinión: este problema no es muy importante. La gente está prestando mucha atención al tema LGTB. Pero en Rusia hay problemas sociales más significativos como, por ejemplo, personas esperando durante muchos años a obtener una plaza en la guardería, etc.”

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Entrevista a Xavier Colás, corresponsal de El Mundo en Moscú

Xavier Colás es el corresponsal en Moscú de El Mundo, uno de los periódicos de información general más vendidos en España. Ocupa el puesto desde enero de 2012. Antes de eso, también vivió en San Petersburgo, adonde llegó como estudiante.

¿Por qué crees que la homosexualidad no está tan aceptada en Rusia?

Creo que en Rusia hay una falta de empatía tremenda, una sociedad civil muy débil, casi inexistente. En España tampoco nos apasionaban los homosexuales hace 30 años, pero había un cierto respeto hacia lo que no se entendía y con el paso del tiempo se ha escuchado a esa comunidad hasta llegar a sentirnos orgullosos de ella. Para Rusia es más difícil escuchar porque está insegura por culpa de la crisis de identidad. Además de todo esto, es una sociedad muy tradicional en algunos ámbitos (sin feminismo, ni ecologismo, ni asociacionismo) aunque muy liberal o abierta en otros (divorcio, sexo, internet). Existe una manía aquí de vincular a los gais con la pedofilia. Eso complica el debate.

¿Crees que esta intolerancia está más relacionada con la homofobia o con algo cultural?

Por parte del Gobierno hay un rechazo a los gais organizados, no a los que fornican en la sombra. El Kremlin no quiere gais quejándose, hablando en inglés con los medios, reclamando visibilidad, estropeando el paisaje. Los rusos, por otro lado, son tradicionales y lo saben. Piensan de verdad que los gais tienen un problema o que pervertirán a la sociedad. No saben lo que dicen. Pero no saben porque no escuchan y porque muchos no hablan. Y muchos no hablan, y siguen en la sombra, por todo lo anterior que he expresado. El problema no es tanto que haya prejuicios (los hubo y los hay en todas partes) sino que hay poca masa crítica que haga frente a esos prejuicios. Y la desconfianza hacia el exterior (Rusia se ve como un continente cercado) hace complicado que la solución venga de fuera.

¿Has presenciado alguna manifestación pro o contra los homosexuales? ¿Qué ambiente se respira?

Sí. El ambiente es tenso y acude gente muy bruta a insultar. Lo más llamativo de Rusia es que haya tan poca gente no gay dispuesta a ponerse en el lado de los gais para protestar  y defenderles. Una cosa que la gente no sabe es que muchos heridos de los que se informa son antigais. Los gais aquí sacuden bastante, y cuando les llaman “pedófilos” ocho veces seguidas desde el otro lado de la plaza, cruzan el cordón policial (pegando a un policía) y se encaran con los antigay (pegando a uno o dos antigais) y luego vuelven a su manifa (empujando a dos policías). Una vez fui a una manifestación de gais y no vino nadie. Sólo la policía y yo. Es frecuente ver banderas gais en manifestaciones de la oposición extraparlamentaria. Aunque los líderes extraparlamentarios (y los parlamentarios ni te cuento) eluden sacarlos a la palestra. Es como si le preguntas a Rubalcaba por la marihuana. Actualmente las manifestaciones gais están prohibidas. La ley “contra la propaganda gay entre menores” es un truco. En realidad hay menores en todas partes, así que no puede uno manifestar que es gay ni sobre el lago Baikal a menos 40 grados en invierno. Rusia ha cosido la boca a los gais.

¿Crees que la situación puede mejorar en el futuro?

Sin duda. Los gais ganarán la batalla aquí igual que lo hicieron en España. Será algo parecido al proceso que se vivió en EEUU en los 60. Duro, pero constante. La sociedad rusa no funciona al dictado del Gobierno. Están dispuestos a padecer al Gobierno, pero no le seguirán siempre.

¿Ves a las nuevas generaciones más tolerantes?

No les veo más tolerantes pero sí más receptivos. Más fáciles de convencer. Están más a la intemperie. Y son menos obedientes. Hay una diferencia enorme entre Moscú/San Petersburgo y el resto de Rusia. En provincias la situación es complicada porque los gais se ven atacados impunemente por bandas de gamberros locales. En la capital, la frustración es como colectivo, ya que en el plano personal los gais hacen lo que quieren (en privado, claro).

Me interesa especialmente conocer tu percepción personal sobre lo que está ocurriendo.

Hace un año estuve hablando con dos rusas (con novio) en una fiesta. Les saqué el tema gay. Ambas evitaron condenarlos, pero no pudo salirles un tono más peyorativo. Todo eran frases en plan: “No, si yo no tengo nada contra ellos, a mí no me han hecho nada, ellos son así y no pueden cambiar, no debemos hacerles daño”. Los compadecían. A los pocos meses se repitió la fiesta. Acudió un corresponsal gay, colega mío. No era nada feo, y encima venía de un país latinoamericano, era muy simpático, hablaba ruso muy bien, cuadraba en los corrillos de tíos y de tías, recordaba el nombre de todas y les hacía un requiebro a cada una. Traía consigo a su novio, ruso, un guaperas más callado. Estaban las mismas dos chicas. Quedaron completamente encantadas con los dos, pues ambos estaban muy por encima de la media de chicos rusos en muchas cosas. Hubiesen querido que el frutero, que su jefe, que su compañero de trabajo fuesen como mi colega. Para rematar, hace una semana hubo otra fiesta. Volvió a pasar lo mismo: una pareja gay, español y ruso, ambos monitores de gimnasio y baile. Simpáticos, arrolladores. Ellas no se separaron de ellos dos, pero esta vez los agregaron al Facebook y quieren invitarlos a su cumpleaños “¡Son geniales! ¡Qué majos!”. Ni rastro de los “pedófilos”. El discurso de que los gais son unos tarados, guarros, pedófilos o pervertidos es fácil de mantener si no les dejas mostrarse como son. Pero en cuanto entran en escena, la farsa queda desmontada, también en Rusia. Y al caer la farsa de que son un desecho, cae el resto de la historia. Como heterosexual, siempre me había chirriado la “fiesta del orgullo gay”. ¿Orgullo de qué? Ser gay no tiene ningún mérito. Pero en Rusia he aprendido que, aunque no tiene ningún mérito, el orgullo es fundamental contra determinados acosos. En esta guerra homófoba, lo primero que perderán los rusos serán a las chicas. Como ha ocurrido con estas dos. Ellas van siempre por delante. Cuando hayan perdido a las chicas, los homófobos habrán perdido la guerra.

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Autor

J. Ignacio Urquijo Sánchez (España)

Estudia / Trabaja: Periodismo y Relaciones Internacionales

Habla: español, inglés y un poco de alemán

Europa es… una mezcla de culturas y lugares extraordinarios, de Shakespeare hasta Cervantes, desde Rila hasta Roque Nublo.

Blog: www.ignaciourquijo.wordpress.com

Twitter: @nachourquijo

 Ilustraciones

Andreea Mironiuc (Rumania)

Ilustradora freelance, adicta al chocolate, soñadora a tiempo completo.

Estudia: diseño multimedia y comunicaciones

Habla: rumano, inglés, español

Europa es… donde está mi corazón

Portfolio: www.andreeamironiuc.com

FB: www.facebook.com/andreeaillustration

Author: Anja

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