Sobre democracia y comportamiento social

Después de un año lleno de decisiones inesperadas por parte de los votantes, la otra mitad del mundo occidental se pregunta por qué ha pasado, y cómo no lo hemos visto venir. Nos sumergimos en la idea de democracia y comportamiento social y analizamos los problemas alarmantes de la política de hoy en día. ¿Cuál podría ser la solución?

Desde la antigua Grecia la democracia ha creado un lugar para que la gente pueda opinar, expresar sus creencias y construir una sociedad que sea un reflejo de ellos mismos. Ha proporcionado a cientos de miles de personas las herramientas para moldear la realidad política, para crear estados y dar poder a la gente. Ha permitido que millones vivan una vida mejor, se mejoren a sí mismos y formen un mejor contexto para las generaciones futuras. La democracia le ha dado a la gente su merecida atención: ha reconocido que no hay mayor realidad fundamental que el hecho de que las personas son libres e iguales, y por lo tanto, deberían ser capaces de decidir el curso de sus vidas. La democracia ha evolucionado incluso más, hoy en día. Ha creado un lugar para que la gente proteste, un lugar para que la gente manifieste su alegría, un foro gratuito de discusiones que van más allá de la vida política y se centra en los pequeños aspectos de la vida humana como la conocemos.

Sin embargo, el año 2016 nos ha enseñado que esta es una realidad que se está derrumbando y que puede terminar por caer, rompiendo el progreso en miles de piezas pequeñas que nuestros antepasados tanto lucharon por colocar perfectamente. Ha expuesto una triste realidad del mundo democrático: las personas suelen ser incultas, estar llenas de odio y tomar malas decisiones. Esta es la verdad más obvia, fácil de observar y cuantificar.

Hay por todas partes ejemplos de esta peligrosa realidad, haciendo que este año sea llamado por muchos académicos un año horrible para la política y el desarrollo. El Brexit se suponía que era la llamada de atención que recibía el mundo moderno. Se suponía que iba a ser un evento único, trágico para la política, que habría marcado el momento en el que las élites que tienen el poder se hubieran despertado y hubieran creado un mejor discurso, hubieran intentado educar a la gente, y, al final, hubieran evitado desastres socio-económicos y políticos. Sin embargo, la esperanza optimista de que el Brexit fuera solo un error, los llantos desesperados que pedían un segundo referéndum y las tristes búsquedas en google sobre “qué es EXACTAMENTE la Unión Europea” se convirtieron en el último de nuestros problemas una vez que las elecciones en EEUU nombraron a Donald Trump como nuevo presidente electo.

Es importante entender que estos dos eventos no son ni de lejos los ejemplos más indignantes de por qué la democracia ha fallado: son solo los dos mediatizados. Ejemplos de estos fallos en términos de progreso, derechos humanos, desarrollo, retórica moderada, y cualquier otra cosa que deba ser incluida en la larga lista de lo que un mundo civilizado debería garantizar; son, hoy en día, muchos más. No tiene sentido dar una deprimente lista de malas elecciones e indignantes ofensas contra los derechos humanos, pero mi esperanza es que esta frase lo resuma adecuadamente: en el siglo XXI todavía discutimos sobre el aborto. Es realmente tan malo como suena.

Ahora que sabemos que algo está yendo terriblemente mal, el siguiente paso natural es intentar arreglarlo. Sin embargo, mi punto de vista es que desafortunadamente no estamos cien por cien seguros de cuál es el problema. Todos los aspectos mencionados anteriormente son más bien efectos de un problema arraigado que es difícil identificar, y más difícil resolver. Pero hay un sitio por el que podemos empezar, y este sitio nos pide analizar las dinámicas sociales.

Primero, hablemos sobre “malas” decisiones políticas. Muchas veces las personas dicen que no existe un mal voto. Sin embargo, tenemos que entender que sí hay un voto desinformado, y la mayoría de las veces esto crea un mal voto. Hay muchos tipos de votos malos: votos para los partidos de extrema derecha, votos que son intrínsecamente discriminatorios y lo que es peor, votos que van en contra de los intereses del votante. Es fácil situar a estos votos dentro de los votos “incultos”, y, aunque es verdad en la mayoría de los casos, el asunto clave que necesita respuesta tiene que ver con prevenir este tipo de votos. Hay un par de soluciones posibles, como educación política desde una edad temprana, tests de brújula política e incluso consejeros sobre política que dirijan a la gente de una forma imparcial hacia la parte del espectro en la que encaje mejor.

Sobre la clase política, hay varias cosas que se tienen que hacer para que su plataforma sea más clara: explicar su agenda, tener una posición y medidas coherentes e informar a la población mediante debates guiados, entre otros. Además, una idea sería desarrollar un sistema por estados políticamente independiente que indique hechos sobre un candidato político. El sistema funcionaría como una aplicación que recopila datos, incorporaría información como la educación de un candidato, la declaración de patrimonio, promesas políticas o procesos legales en los que la persona está involucrada. De esta forma el sistema prevendría la reelección de políticos que no hayan sido responsables y contribuiría a un sistema que previene que los futuros políticos gobiernen de manera incorrecta.

En segundo lugar, es importante analizar las dinámicas sociales desde la perspectiva de votos radicales. Empíricamente, la gente se está moviendo hacia la extrema derecha en el contexto de la crisis migratoria que afecta a Europa. Sin embargo, curiosamente, al observar los sondeos preelectorales en muchos países que hoy en día están gobernados por la extrema derecha vemos que a veces el candidato ganador no es el que lidera las encuestas. Esto lleva a la pregunta: ¿en dónde nos equivocamos? debe haber una incoherencia que lleve a este tipo de escenarios “inesperados”.

La primera respuesta que viene a la mente es el efecto cámara de eco. Significa que muchas veces, sobre todo en las redes sociales, la gente está rodeada de otras personas que solo confirman sus preferencias, creando un efecto de segregación que les previene de escuchar otras opiniones e ideas. En una explicación muy simplificada, significa que las personas socialmente progresivas no tienen una idea clara de cuántas personas están socialmente estancadas o que las personas políticamente autoritarias no suelen ver a personas políticamente liberales. Esto es particularmente problemático por dos aspectos: evita que las personas tengan diálogos significativos para poder cambiar o moldear sus opiniones y crea una falsa impresión de cómo será el voto mayoritario.

La segunda respuesta que viene a la mente en relación con los sondeos mal realizados es incluso más interesante. Basándonos en la observación empírica, hay un grado creciente de elitismo al realizar debates políticos. Aunque es verdad que algunas cosas no se deberían cuestionar (de nuevo, los derechos humanos entrarían en este criterio) la realidad demuestra que hay una necesidad de persuasión y discusión en este campo. Por eso, cuando se analizan los debates entre Clinton y Trump, por ejemplo, la mayoría está de acuerdo en que Trump decía cosas que son, cuanto menos, absurdas, pero Hillary no ponía esfuerzo en contestar o desmentir lo que decía. Por lo tanto, muchos de los votantes se quedaron en la zona gris, y, finalmente votaron a lo que les parecía más comprable. Ante la ausencia de explicaciones sólidas por parte de ambos, eligieron fundamentalmente a la persona que explicaba cosas absurdas de una forma fácil y entendible para las personas con un nivel de educación medio (o inferior). Esto no afirma que haya razones por las que se debería votar a favor de la construcción de un muro para prevenir inmigración, pero mi suposición es que explicaciones más claras del lado con la moralidad más alta siguen siendo necesarias para persuadir a la gente, e igual intentar romper la cámara de eco cuando hay votantes indecisos.

Por último, como conclusión, una nota personal que me duele. Me he dado cuenta recientemente, de que hay muchas cosas que damos por sentado. Como estudiante de relaciones internacionales automáticamente asumo que las personas saben de lo que hablo cuando menciono mi punto de visto político cosmopolita con el que orgullosamente me identifico. Sin embargo, la mayoría de las personas no tienen ni idea de lo que estoy hablando. Y en lugar de culparlas, tenemos que darnos cuenta de que el elitismo sigue siendo una burbuja que tiene que romperse. En lugar de etiquetar a las personas duramente como desinformados, tenemos que tomarnos el tiempo para informarles. El objetivo no es que las personas presuman de cuánto saben. La democracia nunca debería ser sobre quién es el más inteligente de la sala, sino sobre crear las salas más inteligentes posibles. Tenemos que crear salas donde las personas puedan hablar y aprender, salas que no marginalicen, sino que tengan como objetivo educar. Solo así podemos alcanzar una decisión política realmente valiosa, sin importar dónde se sitúe en nuestra brújula.

Autora

Ioana Cristina Cristocea (Romania)

Studies: BInternational Relations and European Studies

Speaks: Rumano, Inglés, Francés y un poco de Italiano

Europa es… una cultura en proceso.

Traductora

Ana Rodríguez (España)

Estudia/Trabaja: Traducción e Interpretación de Inglés y Francés y Relaciones Internacionales

Habla: español, inglés, francés y algo de alemán

Europa es… libertad, amistad y cultura 

Revisora

Miriam Vázquez (España)

Estudia / Trabaja: Periodismo y Ciencias Políticas y de la Administración

Habla: español, catalán, inglés, algo de francés y alemán

Europa es… un lugar único donde convive gente de diferentes culturas, idiomas y puntos de vista

Twitter: @mirabroad

Author: Anja

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