Un nuevo comienzo

En el Taller Educativo Kolping en Schwandorf, Alemania, refugiados e inmigrantes de todo el mundo comparten clase. Una clase marcada por distintas culturas, problemas cotidianos y la esperanza de un futuro mejor.

Están puestos en círculo y se lanzan una pelota. Quien la atrapa, se presenta y saluda a la clase con un “Buenos días” en su propio idioma. La pelota es recogida 14 veces, y ocho de ellas el saludo suena diferente. Los jóvenes del curso 10b, que reciben clases en el Taller Educativo Kolping de Schwandorf, vienen de Siria, Eritrea, Irak, la República Checa, Polonia, Serbia y la República Dominicana. Su profesora, Anna Hanf, es de Hungría. Los alumnos huyeron solos o con sus familias a Alemania, donde soñaban con un futuro mejor. Los más jóvenes tienen 16 años, los mayores ya veintitantos. Reciben sobretodo clases de alemán, aunque también el deporte, la educación para la ciudadanía, la cocina y la artesanía forman parte del programa. Todo parece familiar y, sin embargo, todo es completamente distinto.

De las paredes del aula cuelgan carteles hechos a mano, con títulos como “Nuestra canción árabe”, “Nuestra canción española”, “Podemos contar hasta diez en seis idiomas: español, kurdo, persa, bosnio, checo, tigriña” , así como las reglas de la clase, explicaciones de las preposiciones y un crucifijo. Enfrente están sentadas dos chicas de Siria que llevan el velo. Anastasia, una griega de otra clase, nos cuenta que en discusiones sobre las distintas religiones se ha llegado ya a las manos. Sin embargo, al mismo tiempo se puede observar que todos son igualmente bienvenidos, independientemente de cual sea su religión. Estos jóvenes podrían ser un ejemplo de convivencia pacífica y tolerante.

La principal tarea de la clase de hoy es recapitular el proyecto sobre el circo de la semana pasada y aprender nuevas palabras sobre este campo: correr, bailar, monociclo, payaso, volar, lanzar. Estas dos últimas causan problemas. ¿Por qué no se puede decir “puedo volar la pelota”? No todas las preguntas pueden ser aclaradas en el momento, pues la habitación es ruidosa y llena de vida, aquí no existe la indolente falta de ganas de los alumnos alemanes. Pese a ello, la clase no transcurre descontroladamente. La motivación para aprender parece ser aquí otra. Las expresiones que sueltan podrían también venir de jóvenes alemanes: “hey tío, ¿qué rollo estás soltando?” Pero a veces alguno que otro se mantiene callados y necesita más tiempo, aún están buscando las palabras adecuadas. Hace apenas un par de meses que empezó a aprender el abecedario. En una clase tan heterogénea es complicado encontrar una forma de hacerse respetar y de ser justo con todos. Los niveles educativos y los conocimientos previos son muy diferentes. La profesora Hanf ha decidido orientarse hacia los que tienen un nivel intermedio, aunque esto implique exigirles a algunos demasiado poco y a otros demasiado. Encontrar un libro para este término medio es naturalmente complicado.

Y mucho menos existe un manual sobre como tratar con jóvenes que han vivido cosas de las que no pueden hablar – y esto no se debe a la falta de conocimiento del idioma. La profesora Hanf explica que algunos tardan mucho tiempo en coger confianza y ser capaces emocionalmente de hablar sobre su pasado. El silencio sobre lo vivido tiene también otro motivo. Los solicitantes de asilo son reenviados al primer país en el que dejaron sus huellas dactilares. Según el Reglamento de Dublín ese es el país responsable de tramitar el procedimiento de asilo. Muchos solicitantes de asilo no revelan la ruta que han seguido, para no complicar el camino a quienes vienen siguiendo sus pasos o para poder confiar en obtener asilo en Alemania.

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Nadie sabe cómo Senait, con sus aparentes 16 años, logró llegar desde Eritrea hasta Alemania sin ser interceptado ni qué ruta siguió. Pero está aquí. Sin pasaporte, seguramente quemado hace mucho tiempo, sin fecha de nacimiento, sin familia. Tal vez aún no controle del todo el alfabeto, pero ha entendido antes que la mayoría la sintaxis alemana. Senait sabe, al igual que los demás, por qué estudia. No se aburre, la escuela es para él algo nuevo y emocionante. Cuando al final el texto que han hecho todos juntos ha de ser leído en voz alta, muchos levantan la mano por segunda vez, para hacerlo todavía mejor. En parte también gracias a la profesora han entendido que no han llegado al país de Jauja, sino que tienen que aprender algo para poder encontrar trabajo. Pese a saber esto, muchos abandonan la formación antes de tiempo y se ponen a buscar trabajo. Muchos han dejado a sus familias en su país, que esperan apoyo económico y no que terminen dos años de escuela para obtener un título.

El miedo a la deportación está también presente en todas partes. Determina lo que pasa en las clases más que los deberes o las capitales que aprenden en clase de sociales, donde la profesora Maxim quiere acercar a los alumnos las principales instituciones europeas. Deben aprender a entender el sistema en el que han aterrizado. Esto provoca enérgicas protestas en clase. Siempre hay nuevas interrupciones: “¿Para qué tengo que saber esto? No me quiero quedar aquí. ¡Nadie me quiere aquí! ¡Me voy a ir a Estados Unidos!”

Hamit, de 24 años y que huyó de Afganistán caminando durante tres meses tras haber perdido a su mujer y a su familia en la guerra, explica que ya se ha buscado un abogado. Pretende demandar si es deportado. Él va a intentar todo lo posible para huir de los Talibanes. Siempre repite: “La esperanza es una mentira”. ¿Para qué empezar una formación profesional? En tres años tendrá 27. ¿Qué debe empezar ahora? Si no consigue terminar su formación a tiempo o si tiene que irse antes, el esfuerzo habrá sido en vano. Él no ve perspectivas propias. “Es una catástrofe para el individuo cuando tienen que volver a su país. Siempre nos afecta mucho, pero no está en nuestras manos decidir quien puede quedarse. “Lo único que podemos hacer es intentar proporcionarle a los alumnos un buen momento, calor humano y una educación, y puede que algo de esperanza”, dice la profesora Maxim.

[crp]

Autora

Marion Wießmann (Alemania)

Estudia/Trabaja: Filología Germánica

Habla: Alemán, Inglés, Español

Europa es… interesante

Ilustraciones

Luzie Gerb (Alemania)

Estudia: Historia del arte, Bellas Artes y Estudios Culturales Comparados

Habla: Alemán, Inglés, Sueco y Francés

Europa es… un lugar lleno de sitios increíbles, gente interesante y sus historias

Website: luzie-gerb.jimdo.com

Traductora

Soledad Román Pérez-Moreira

Estudia/Trabaja: Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración

Habla: Español, inglés, francés, alemán, algo de italiano

Europa es…un sueño multicultural por cumplir

Twitter: @dadelosnamor

Blog: http://sromper.blogspot.de

Revisora

Miriam Vázquez (España)

Estudia / Trabaja: Periodismo y Ciencias Políticas y de la Administración

Habla: español, catalán, inglés, algo de francés y alemán

Europa es… un lugar único donde convive gente de diferentes culturas, idiomas y puntos de vista

Twitter: @mirabroad

Author: mariana

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